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San José enseñando a andar a Cristo

Talla en madera de tilo.

Sin peana 1,90 x 0,80 x 0,50 m

San José enseñando a andar a Cristo

 

Para hablar sobe esta obra debo remontarme al origen de la iniciativa.

Cierto día me encontraba con Kiko Argüello y me habló de la necesidad de hacer un San José para los seminarios, un modelo, y como habia sucedido ya con otras obras realizadas previamente, me dijo que lo fuese pensando, que me pusiera en disposición para recibir la inspiración de cómo hacerlo.

Así hice y al cabo de unos dias mi amigo, el pintor Jose Luis Pérez Santiago, me mostró unas fotografías del San José enseñando a caminar a Cristo de la catedral de Lugo.

Me quedé sorprendido por este hecho, por la belleza de la imagen y por lo hermoso de la idea de mostrar a San José como padre que enseña a Cristo, su hijo, a dar sus primeros pasos. Esto es algo que hemos experimentado muchos padres.

Se lo mostré a Kiko y le pareció igualmente una maravillosa manera de representar a San José, le pereció un buen punto de partida sobre el que empezar a crear quitándole un poco el aspecto barroco y haciendo un San José más hebreo.

De este modo hice un pequeño boceto en plastilina en el que se veía a San josé con dos tirabuzones, un pequeño gorro..., se lo mostré, le gustó y me dijo que dejásemos  reposar un tiempo la idea.

Con el tiempo el boceto se deshizo.

Años despúes, coincidiendo con el comienzo del Año Josefino en 2021, vi inesperadamente en mi móvil, una fotografia que por lo que fuera hice en su día de la pantalla del ordenador y en la pantalla del ordenador estaba la fotografía de este boceto.

Viendo que estábamos en dicho año se lo mostré de nuevo a Kiko y me dijo de realizarlo viendo también qué destino podría tener una vez realizado, el cual, después de diversas consideraciones fué Macerata, en Italia, donde hay un seminario. Al principio pensaba en hacerlo en piedra pero después consideré mejor finalizarlo en madera, madera de tilo.

La escultura fué surgiendo en un marco para mi incomparable, la iglesia desacralizada del convento de Santo Domingo, en Cifuentes, lugar donde estaba ya trabajando con permiso del ayuntamiento desde hacía unos meses, en un cristo Crucificado para Minnesota, como indico en la memoria de este Cristo.

Allí trabajé con acceso libre al público, el proceso como una obra en sí, como acontecimiento artístico abierto a  todo el quisiera acercarse a ver, e incluso a aprender. De este modo recibí la visita de muchas personas, algunos se encontraban de paso y se llevaban una sorpresa, otros vinieron ex profeso. También vinieron todos los escolares de la zona desde los tres a los dieciocho año. La Nueva Alcarria hizo un precioso artículo a toda página, fue noticia en el telediario de Castilla la Mancha Televisión, y se emitieron otros dos reportajes en sendos programas de esta misma cadena. Finalmente, un equipo de la 2 de Televisión Española hizo un reportaje especial.

Yo a veces pienso que me convierto en espectador de mi vida, en espectador de lo que va ocurriendo, porque mi esposa e hijos vinimos desde Madrid, donde vivíamos, a esta maravillosa tierra, que también es la de nuestros antepasados, traidos por las circunstancias en medio de una pandemia.

Este hecho también me ayudó a comprender a mi ya querido amigo San José, que el pobre tuvo que apañárselas como pudo, fuera de su casa con su mujer embarazada, buscando y confiándose a la providencia.

También en esos meses precisamente mi esposa y yo enseñamos a andar a nuestro hijo pequeño, Antonio Gedeón, y es aquí también donde aprendieron a andar nuestros padres, abuelos, bisabuelos...

La imagen es de un tamaño algo superior al natural y fue modelada primero en arcilla, después se hizo un molde en silicona y escayola y con el positivo se hizo un desbaste en los talleres Dorrego, en Arganda y después la finalicé de vuelta en Cifuentes, para partir desde allí, desde el convento de Santo Domingo, a Macerata, Italia.

En esta imagen podemos ver a San José, el Antiguo Testamento, la ley, al judio observante, un hombre recto , estructurado escultoricamente en lineas rectas, estables, nuestros padres en la fe, enseñando a andar a Cristo, Nuevo Testamento que comenzará a andar en breve por si mismo, aún tierno, inestable, compuesto aún por líneas curvas, en desarrolo.

Para mí es importante el punto donde se dan la mano, la ternura del padre que observa con atención y cariño a su hijo, la confianza del hijo, que le imita en los pasos pero ya comienza a dirigir su mirada hacia más adelante.

 

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