Virgen del Abrazo
Talla directa en tronco centenario de pino.
Arraigada en el Parque Forestal Felipe VI de Valdebebas en Madrid.
2,50 x 0,80 m de diámetro
Fotografías, memoria de autor.
Memoria de Autor
Esta imagen está tallada en un tronco de pino centenario arraigado en el suelo de Madrid, en el Parque Forestal Felipe VI de Valdebebas. Era un gran árbol que debió ser cortado a partir de los tres metros de altura, donde formaba un ángulo muy pronunciado. Esta forma del tronco lo convertía en un árbol muy peligroso para la gente, por previsible colapso, pero no lo retiraron del todo dejando así un fuste de tres metros de alto y ciento cuarenta anillos.
Cuando recibí la propuesta, la idea era la de colocar encima de esta columna arraigada, una imagencilla previamente hecha en algún taller.
Pero, aunque el planteamiento producía respeto, claramente ese maravilloso tronco podría albergar una talla en su interior a tamaño natural.
Cuando esto sucede la imagen se convierte en continuación de lo que la naturaleza ha ordenado durante la vida del árbol. Antiguamente se decía de las tallas de este tipo que interiorizaban la potencia creadora de la naturaleza y la trayectoria vital del árbol.
De este modo se puede decir que la escultura comenzó a realizarse cuando la semilla germinó hacía ciento cuarenta años. Fue creciendo con su particular forma, dirección y disposición de sus ramas en función de la búsqueda de luz y huyendo de la sombra de los árboles que ya crecían a su alrededor.
Esa búsqueda de luz dispuso la forma del tronco, la distribución de las ramas que luego han dado lugar a nudos, y las tensiones entre estos nudos han dado lugar a las grietas que ornamentan finalmente la talla.
La imagen mira directamente a Oriente, recibiendo todos los días de frente, la luz del amanecer.
También hay que destacar que este árbol ha vivido con los hombres en los momentos buenos y malos, recibiendo con ellos durante la guerra civil balazos en distintas direcciones a unos ochenta y tantos anillos de profundidad. Algunas de estas balas han ido siendo descubiertas y extirpadas en el proceso de talla, y me pregunto si habrá más en su interior. Este árbol también ha proporcionado leña y piñas a los que por su lado pasaban, ha sido hendido por numerosos clavos y hierros, haciendo de él soporte para necesidades humanas y ha producido sombra y cobijo para hombres y bestias.
Todos estos acontecimientos vividos y sufridos por este árbol quedan patentes en la superficie de la madera en manchas, huecos, grietas, hendiduras y nudos que son ahora textura, policromía y ornato de esta imagen de la Santísima Virgen María abrazada a su hijo Jesucristo en inseparable unión, como dos nuevos brotes que surgen de un mismo tronco.
Una vez finalizada la talla se pretendió su retirada por algunos grupos vecinales, para ello se publicaron algunos artículos y se llevó el tema hasta en cinco plenos consecutivos de distrito y otros tres en el propio Ayuntamiento de Madrid, hasta que finalmente la Alcaldesa de Madrid, Doña Manuela Carmena se posicionó a favor de su permanencia íntegra en el parque y a su acogida en la lista de Patrimonio Artístico de la Ciudad de Madrid. Quiero destacar este hecho que a mi parecer honra enormemente la actividad política, cuando a mano alzada la Alcaldesa se enfrentó a su propio grupo y se alineó con la oposición por defender esta imagen. Testigo de esto fui yo y aún me emociono al recordarlo. Todos estos sucesos fueron recogidos por diversos medios de comunicación, y creo que lejos de producir discordia recogieron todo lo contrario, una especie de sentimiento liberador para la gran mayoría.
Como ya ha quedado dicho, esta imagen está unida a la tierra, arraigada en ella, asida a ella y por lo tanto debería ser inseparable de ella.
Seccionarla por el tocón sería mutilarla, descontextualizarla, sería actuar brutalmente.
Es posible que por causa mayor fuera justificable o incluso necesario para su salvación parcial el seccionar la talla, pero seccionarla por motivos de ideología no sería otra cosa que brutalidad, soberbia e insensibilidad.
Las ideologías a lo largo de la Historia siempre han sido enemigas del arte, unas veces por que lo han deformado y viciado y otras veces porque lo han destruido directamente.
La religión vivida puramente, ha sido en todas las culturas una fuente inagotable de recursos para llegar a inspirar y recrear lo sublime.
Lamentablemente cuando en lugar de este bello acercamiento a Dios, las religiones se han convertido en ideologías, también han sido destructoras, deformadoras y castradoras.
Personalmente hacer esta escultura ha sido un proceso que ha tenido mucho de descubrimiento, como generalmente me ha ocurrido con la mayoría de mis obras.
igual que el caminante sigue un sendero por el campo para luego continuar por otro y luego pasar a seguir el curso del rio, así he ido yo evolucionando en esta obra; no puedo decir que sea el creador de los caminos que han conformado el itinerario de esta realización artística, pero sí he podido decidir en las encrucijadas, qué ruta seguir, como el que va descubriendo y encontrándose con el paisaje durante un viaje. Unos caminos me han llevado a otros y al final me han convertido en espectador del resultado final de todo el recorrido.
La madera de este pino me ha parecido muy noble por su textura, por sus años y por sus cicatrices y heridas.
El entorno, evocador y relajante, invitaba muchas veces a la contemplación y al solazamiento y pocas al trabajo, aun así, todo salió dentro de plazo.
Las personas que pasaban por el lugar y se paraban a charlar o a observar, han creado muchas veces alrededor da esta obra un verdadero clima de complicidad y hermandad cuando compartíamos experiencias y deseos en conversaciones que tenían por centro la realización de esta obra dedicada a la maternal Virgen y su Niño.
Algunas conversaciones y experiencias, surgidas en lo más profundo de estos encuentros han producido en mí una fuerte impresión por la grandeza y el misterio latentes en la vida de personas tan variadas. Sé que algunas de estas vivencias compartidas permanecerán en mi corazón y las veo como un inmerecido regalo de mi madre la Virgen María a este indigno escultor.
Al paso de los años contemplo casi con temor por lo poco que soy, cómo esta imagen visita los corazones de tantos vecinos que a su lado pasan, o van directamente a su encuentro, de ello me han llegado algunos testimonios verdaderamente bellos.
Cuántos encuentros a su lado y después en otros lugares con personas felices por esta imagen, qué bueno también el hecho de conocer y sentir el apoyo del Cardenal de Madrid Don Carlos Osoro y la visita al Papa Francisco, al Vaticano, llevándole imágenes de la obra y un tapiz que recogía una infinidad de nombres de personas que se encomiendan a la Virgen para su sostenimiento en la enfermedad. Este tapiz fue bendecido por el Santo Padre, y se reza uno por uno por cada enfermo en exposiciones del Santísimo y está dispuesto siempre a acoger a cualquier persona que quiera incluirse en él.